viernes, 4 de septiembre de 2009

Sinfonía otoñal

Recorría ayer por pasajes que creía olvidados, recuerdos errantes de un pasado ominoso, lleno de accidentados episodios cíclicos y que de año en cuando deben recordar lo humano que suele ser nuestra condición.


Tantos recuerdos, pero solo el tuyo por si mismo se refleja con sosiego, alimentando la maquinaria que impulsa su arrojo. Lástima que sea solo una reminiscencia y que ahora sus vestigios sean los artífices de un gran infortunio.


Sentado, sin inmutarse por los estímulos que le rodeaban, sonríe al verme, simplemente por mera fórmula. Su rostro inexpresivo refleja un gran dolor, refleja aquella realidad que concientemente acepta, aún sabiendo su probable desenlace, como la presa que no se inmuta frente a su predador, quizás aterrado por el sangriento final o por que sus esfuerzos serían vanos.

Ayer ví el desenlace de una obra que aún es inconclusa, sabor a amarga insatisfacción. Pero el sueño puede más, por ahora adormece sus sentidos, una distracción.


Cayó enamorado de un puñado de materia inconsistente tan endeble como estos signos, materia que quizás nunca conozca o que ni siquiera exista. Me carcome la idea de perderla.