viernes, 10 de diciembre de 2010

Manifiesto escolar

Ayer, caminando bajo esta copiosa lluvia, me encontré un pedazo de papel doblado botado en medio de la calle, ordinario a simple vista. Yo no tenía ningún motivo especial para andar buscando papeles por ahí pero la presencia de este objeto me sedujo de inmediato. Al desplegarlo, se me reveló la más infantil de las letras: vocales desinfladas, consonantes a medio representar y una asimetría casi perversa; todo bajo el título: "lista de curso". A continuación transcribo este manifiesto:
Ágreda, Pascuala
: chica inteligente, presidenta de curso. Todo el mundo la quiere. Yo también pero sólo por no ir contra la corriente.
Aquize, Mario: la profesora de historia dice que tiene perfil griego, a mi me parece que es feo, sinvergüenza, tonto, desaseado y vicioso. Pertenece al grupo de los bravucones y andan haciéndole la vida a cuadritos a los demás, incluyéndome. Ahora que se sienta a mi lado me habla como si nada.
Barrancos, Patricio: la verdad, qué clase de persona será pero conmigo se porta siempre muy mal. Me hace bromas pesadas y me oculta los libros. Definitivamente el peor de la clase. Él y María ya tienen dos hijos.
Borda, Sabina: Soy yo y soy adorable. Todos creen que voy a terminar bajo un puente o siendo hippie trotskista. Sin embargo, yo seré -máximo- líder mundial y -mínimo- soltera, delgada y sin hijos.
Bustamante, Edwin: este cojudito se cree la mismísima teta de Tarzán por besarse -según él- con las chicas más bonitas del curso. Qué le habrá pasado al pobre que en la última chupa lo vimos prendido de Charito.
Claure, María: la basura más grande de la clase. Muy basura porque se la pasa fastidiándome y echándome motes. Mis cuentas con el destino se ajustaron cuando me enteré que se embarazó de Patricio, el borrachín del curso.
Hinojosa, Rosario: aunque es torpe y golpeadora siempre nos hemos llevado bien. Es la más gordita del curso y eso a ella le vale un pepino.
Ferreira Joel: chico inocente y noble, jamás me molestó. Está enamorado hasta las patas de Claudina; ella le dio esperanzas el año pasado pero éste, lo mandó a volar.
Krawiec, Juan: este descendiente de alemán y criolla por lo único que se distingue es por andar camote de la Hilaria y todos sabemos que la Hilaria es algo tonta; este año seguro que pierde el año. Según él, ha entrado a una agencia de modelos y ahora está más insufrible que nunca.
Méndez, Celsa: era muy tranquila hasta que se embarazó. Fue la primera de todas las chicas y tuvo que tragarse todo su orgullo de niñita de clase alta.
Monje, Paulina: se mete con todo el mundo y... bueno, realmente no vale la pena hablar de ella.
Oviedo, Claudina: ni la primera, ni la última chica inteligente que pierde la cabeza por un canalla que la embaraza y que la abandona a su suerte. En su caso, fuero dos canallas.
Pedraza, Amalia: completamente inofensiva y dulce. Extrañamente, la muerte acecha a su familia. Desde que entró al colegio, al menos cuatro miembros de su familia fallecieron.
Pérez, Leidi: un auténtico espécimen de arribista. Se va a inscribir en una universidad privada para estudiar una carrera cara y para negar que alguna vez haya asistido a un colegio fiscal.
Rocabado, Katia: fanática radical del grupo Mercurio. Es presidenta del club de fans a nivel nacional y de alguna forma se codea con los empresarios de espectáculos. En el curso se dice que su afición a los jóvenes cantantes llega tan lejos que actualmente está tratando de conseguir el numero privado del líder.
Román, María Elena: tuvimos extraños encuentros y desencuentros a lo largo de nuestros 12 años de vida escolar en común. No tengo nada en contra de ella.
Roni:
cuyo apellido no me viene a la mente. Se destaca por jamás destacar. En serio, nunca habla.
Soria, Nancy: mi mejor amiga. Inteligente y sensible. Se valora sí misma y no se conforma con cualquier tontuelo que la enamora. Como yo, nunca pierde las esperanzas de hallar alguien mejor.
Villegas, Willy: vapuleado hasta el paroxismo por mis compañeros. En quinto básico lo molestaban por ser gordo; el año pasado lo fastidiaban por llamarse Willy. Ahora se viste a la moda y se considera mejor que todos nosotros.

domingo, 10 de octubre de 2010

Me emputan las ferias de libros

Cada año es lo mismo. Me resisto, lucho y me peleo conmigo misma para no hacerlo... pero igual voy. No sé que tiene pero siempre termino haciendo fila y pagando la entrada. Y cada año, salgo con la boca torcida de rabia.
No es que las ferias de libros sean malas, sino que me a mi emputan; primero, porque cobran entrada, ¿cuatro pesos para mirar libros? Segundo, -y en el mismo sentido- porque los libros son caros, muy caros. Yo quería comprar un simple librito de anatomía para regalarle a mi prima menor y los vendedores muy sinvergüenzas me pidieron mil bolivianos por él, ni siquiera tenía fotos reales... eran puros dibujos.
Se exponen libros de menor precio pero si yo me voy con 20 pesos, ¡no me puedo comprar nada! Por lo menos, nada que valga la pena.
También es por la gente. En las ferias de libros sólo asisten tres tipos de personas: los escritores que presentan su libro, los que van para "hacerse ver" y los neo hippies. A las presentaciones de los primeros asisten los segundos y los terceros. Los segundos son los que más se arriman a los primeros. Los terceros, si bien suelen sentir auténtica admiración por los primeros, son en general gente menos alharaca.
Para qué voy a hablar de los escritores, excepto algunos, son bien aburridos. A algunos de ellos los conozco por ser unos tremendos pervertidos. No es chiste. Por eso ni hojeo sus libros, prefiero entretenerme con el relato de una tipa que tuvo el coraje de infiltrarse en la cena anual de la Cámara Boliviana de Comercio para ir a putearles a los que manejan el sistema financiero del país que leer a un onanista aburrido hasta el hartazgo de su propia vida.
La gente que va a las ferias para presumir de su alto interés cultural es la que más me cabrea. ¡Mierda cómo se arreglan para asistir! Hasta perfume se ponen. Por eso me revienta cómo huelen, cómo se ven y cómo se mueven. "Circulan" por todos lados y en todo lado se encuentran con otros de su calaña. Hablan de autores raros o de libros raros tal como si estuviera saliéndoles oro por la boca. A este grupo pertenecen los intelectualoides, los aspirantes a escritor y otros artistas. Los odio a todos y cada uno de ellos.
Por último, los neo hippies. La verdad es que todos ellos son muy parecidos entre sí, también hablan de cosas raras y también se comportan raro cuando se reúnen con otros neo hippies, se asemejan mucho a los presumidos excepto porque tienen menos dinero que ellos y son más jóvenes.
Aparte de la gente que asiste me emputan los expositores, no puede haber gente más mierda y creída. No te rebajan ni un peso y si agarras un libro expuesto y empiezas a leerlo, te asesinan con la mirada o peor, se acercan para deshacerse en elogios dirigidos al autor, les inventan historias legendarias, invocan a grandes de la literatura y los comparan. Tanto parlotean que empiezas sentirte como una idiota por no comprar el libro. Oye, existe gente que prefiere evitar el contacto humano.
Pero ¡aggg! que más da, he caído nuevamente en la trampa de las "ferias de libros". He ido, he hecho fila y he pagado mi entrada ¿Para que voy a seguir renegando? ¿Para que voy a seguir puteando en contra? Igual voy a ir al otro año de burra que soy. A lo mejor yo soy la que está patas arriba, la que vive en su propio mundo, la que está equivocada. A lo mejor soy muy "pobrecita" para pagar algún libro ¿Que puñeta?