lunes, 26 de enero de 2009

Al Fondo A La Derecha

En cierto domicilio particular…
Sgto. Mordida: Cabo Ranchero! Venga acá por favor! Descríbame el escenario.
Cabo Ranchero: Bueno, se trata de un hecho de sangre. Un crimen pasional en apariencia, protagonizado por el ciudadano Mamerto Toro de 26 años, en calidad de agresor, cirujano de profesión. El cual fue encontrado en flagrancia por sus cuñados, cuando este introducía el cuerpo mutilado de su esposa, la Sra. Soila Vaca, en una moledora de carne. Hay que apuntar que la familia Toro es dueña de uno de los más importantes frigoríficos de la ciudad.
Sgto. Mordida: Muy bien, y dígame, ¿se hicieron las pesquisas pertinentes al igual que la toma de declaraciones?
Cabo Ranchero: A todos los testigos, solo falta el imputado. Se enviaron muestras de los restos para confirmación mediante examen de ADN. Y lo que quedó del cuerpo ya fue dispuesto por personal de la morgue.
Sgto. Mordida: ¿Restos? ¿ADN? Pero, ¿no acaba de decir que los hermanos reconocieron a la víctima cuando sucedía el hecho?
Cabo Ranchero: Si, y no.
Sgto. Mordida: ¿Puede ser más específico?
Cabo Ranchero: Sucede que las únicas rebañaduras que le faltaron introducir a la moledora, fueron un pie, junto con los senos.
Sgto. Mordida: Ah! Y como fue que lograron reconocerle con eso?
Cabo Ranchero: Por una seña particular en el primer ortejo del pie de la víctima. Se trata de un nevo rojo.
Sgto. Mordida: Entiendo…
Bueno, mientras tanto, yo tomaré la declaración al implicado.
Ya en la comisaría…
Sgto. Mordida: Déjeme entender la situación Sr. Toro, ¿por que cometer tal acto de... deee… de? Semejante acto salvaje. Pues no se que otra denominación darle. Después de ver las ominosas imágenes en las fotos de la escena, solo me atrevo a preguntar ¿Qué le impulsó a esto?
Sr. Toro: La vida con ella, se hizo intolerable. Hace un par de meses me contó sobre su romance, ¿dije romance? ¡Sus revolcones con uno de nuestros regordetes empleados! Le mintió a todo el mundo al respecto, así que su sinceridad me hizo sentir, algo discriminado.
Días atrás, empecé a sentir como sus agudos comentarios se metían en mi cabeza, Su infecto aliento a viandada, impregnando mi reducido espacio personal. Aquella tremebunda figura, con sus tremolantes posaderas, el perenne contoneo de copiosa materia grasa, balanceándose por la cocina. Ese ser abyecto de ancas rollizas, sonrisa retorcida, por sotabarba un colgajo de lunares peludos. Y ese par de senos, que de no se por los sujetadores le llegarían al ombligo. No se exáctamente cuando murió el ímpetu.

Imagino que aquel empleado portaba algún grado de ceguera, ó, quizás tendencia fetichista por los cetáceos.
Hasta cierta noche, que, durante la cena, puso mal la mesa y se me antojó estrellar su sesera contra el suelo, al arrojarla del 6to piso. Fue como estallar una sandía contra el pavimento, mientras observas regarse la dulce pulpa.
Sgto. Mordida: Vaya analogía. ¿Y no siente ningún remordimiento al respecto?
Sr. Toro: ¿Que? Acaso Ud. jamás reventó una sandía.
Sgto. Mordida: Por favor señor, seamos objetivos. Dígame ahora, ¿Cómo pensaba deshacerse de los restos?
Sr. Toro: ¿No es obvio? Carnicería, moledora, cirujano. Y ya que los engaños están de moda, decidí arrojar su pecaminoso cuerpo a la moledora.
Considerando las dimensiones de mi mujer, me pareció prudente despojarla previamente de sus extremidades y sus senos. Y! para facilitar aún más el traslado, decidí separar cada miembro en segmentos. El problema fueron sus entrañas, no tiene idea de cómo el aroma visceral puede atraer otros animales.
Sgto. Mordida: Pero, ¿que pensaba hacer con los restos?
Sr. Toro: ¿Acaso debo repetir lo que es obvio?. Somos lo que comemos.

Ay! disculpe, ¿sería tan amable de indicarme donde tienen el baño?
Sgto. Mordida: Al fondo a la derecha...

1 comentario:

  1. ¡¡Queremos a los chili pep, digo, recreaciones macabras!! ¡¡Queremos recreaciones macabras!!

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