jueves, 22 de enero de 2009

Las pajas que me dejan publicar

Hay un hueco de 7 metros en el piso de la Iglesia del Hospital Viedma que nadie ve. Los bautizos, las misas, la reunión de alcohólicos anónimos, suceden con la misma frecuencia de siempre. Los parroquianos van a hacer su visita a la misma hora de todos los días. Hay una cinta plástica que predica: “hombres trabajando” y que impide el paso, pero para los feligreses es sólo una sugerencia. La tierra está por todas partes y, de cuando en cuando, un taladro sacude las paredes como si fuera las trompetas del juicio final. Pero ninguno ve el hueco, ni a los obreros, ni siquiera a los arquitectos que, como ángeles, apuntan al cielo… o tal vez, hacia una rajadura.

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