viernes, 4 de septiembre de 2009

Sinfonía otoñal

Recorría ayer por pasajes que creía olvidados, recuerdos errantes de un pasado ominoso, lleno de accidentados episodios cíclicos y que de año en cuando deben recordar lo humano que suele ser nuestra condición.


Tantos recuerdos, pero solo el tuyo por si mismo se refleja con sosiego, alimentando la maquinaria que impulsa su arrojo. Lástima que sea solo una reminiscencia y que ahora sus vestigios sean los artífices de un gran infortunio.


Sentado, sin inmutarse por los estímulos que le rodeaban, sonríe al verme, simplemente por mera fórmula. Su rostro inexpresivo refleja un gran dolor, refleja aquella realidad que concientemente acepta, aún sabiendo su probable desenlace, como la presa que no se inmuta frente a su predador, quizás aterrado por el sangriento final o por que sus esfuerzos serían vanos.

Ayer ví el desenlace de una obra que aún es inconclusa, sabor a amarga insatisfacción. Pero el sueño puede más, por ahora adormece sus sentidos, una distracción.


Cayó enamorado de un puñado de materia inconsistente tan endeble como estos signos, materia que quizás nunca conozca o que ni siquiera exista. Me carcome la idea de perderla.

martes, 21 de julio de 2009

Sólo conoce la libertad aquél que entra al baño después de 3 días

Así es mi querido amigo. Quisiera volver a imaginarme sentada en esa deliciosa banqueta vestida con uniforme de hospital psiquiátrico. Hoy no veo más que un cuarto oscuro, aunque un cuarto ya sería algo, pero ni siquiera eso veo. Me he mentido mucho. A veces quisiera acordarme como sigue la canción que pusiste en tu anterior post, en el fondo se que guarda un gran mensaje, algo fatídico, pero cantado para mí ¿No son bonitas las canciones que se escriben sólo para nosotros? Casi como si fueran exclusivas.
No me hagas preguntas. Este es mi post y mi espacio… ¿Sabes? Recuerdo que cuándo me preguntaban si estaba segura de algo yo les respondía siempre que no. A veces cuando la persona era muy cercana, de mente amplia, sonrisa fácil y complicidad instantánea agregaba: la verdad es que todo es relativo, subjetivo y circunstancial lo que provocaba espasmos de risa y sexo.
Espero sepas perdonar estos desvaríos, aunque si te pido disculpas es por pura fórmula ya que no me siento culpable ni nada por el estilo, sino más bien me gusta este lado enfermo mío, le digo enfermo pero en realidad es el lado ebrio y ni siquiera es un aspecto o una faceta como se dice, sino una estación. Le digo estación porque a diferencia de Herman Hesse creo que no nos habitan muchas personas en el sentido de que ocupen un espacio en nuestra psique, sino que ellas ocupan un lapso de tiempo –largo o corto- en nuestra vida. Con frecuencia me refiero a mis estaciones. Mentira, es la segunda vez y la primera que la explico con más o menos detalle.
¿Puedes notar esa bella alternancia entre mis estaciones? Una dice una cosa y la otra inmediatamente desmiente. Siempre me pasa, por eso lo que escribo lo escribo rápido porque sino diría totalmente lo contrario. Así nunca escribiré una novela y si la escribo no tendrá ningún sentido, la mayor parte de cada capítulo estará destinada a burlarme de mi misma.
Recién es las 21:30 y me estoy desemborrachando… voy por un traguito (ahora asistes a una composición realista en vivo. Nota de otra estación).
Ummm bueno, no sé que decir… podría contarte alguna anécdota. A menudo me pasa que no sé que decir. Si ahora me pedirías que me fugue contigo seguro que aceptaría.
Estoy buscando el tema de Pastoral pa’ ponerme a cantar ¿no? Necesito algo verdaderamente lacrimógeno.
No… no hay.
Bueno pues aquí está el principio, el nudo y el desenlace: Érase una vez una tipa (como me gusta llamarme tipa, es como si no me diera importancia, lo que es totalmente falso) que andaba infeliz y perdida por el mundo como otros tantos (ni que mi amargura fuera así como original, para qué sino están enlistados todos los trastornos del DSM-IV) pero vivía de todos modos. La tipa seguía el guión de la vida sin mucha convicción y sin mucha convicción se resistía (para ser anarquista – comunista – dadaísta sólo hay que juntarse con tipos que dicen ser anarquistas – comunistas – dadaístas y hablar de temas ídem). Cuando esta clase de personas llevan su vida con dignidad se les llama escépticos o libre pensantes pero no, no era el caso.
La cosa es que la mina esta, cada cierto tiempo entraba en crisis. La crisis se desencadenaba por cualquier huevada como perder el trabajo o andar embarazada (sino acabo este texto esta noche, no lo acabo nunca). Cuando entraba en crisis se dizque deprimía (añado el dizque para reforzar la idea de que me dedico un desprecio sin lágrimas) y cuando se deprimía todo el mundo debía pasarlo mal. Entonces para abandonar la “depre” se emborrachaba con vino hasta perder todas las inhibiciones conocidas que eran muchas por ser criada en una familia partida, medio católica y llena de neuróticos. Lloraba hasta conseguir la atención de alguien que la consuele o al menos la auxilie en medio de todo el vómito, las lágrimas, el moco y –algunas veces- la sangre (así como para añadirle dramatismo a la cosa).
Toda esta escena siempre termina bien cuando en pocas horas se hace otro día, uno da explicaciones, se disculpa, promete nunca más volver a caer en la tentación y enfrenta la vida con una sonrisa estúpida que dura entre tres y seis meses cuando el ciclo vuelve a retomar su maravilloso curso.
Podría añadirle miles de detalles, cientos de variantes predecibles (como el día que te llamé y tu celu estaba apagado ¿Qué musiquita tocaba de fondo?). Mis conocidos podrán atestiguar a mi favor o en mi contra. Lloraba como nena; no, lo niños provocan una lástima superficial porque su llanto es pasajero, lloraba como una vieja arrepentida a punto de morirse. Ojalá me muriera a veces; necesito tanto a mi abuela, creo que me perdí cuando ella se fue, no estoy segura, todo es tan subjetivo, relativo y circunstancial… quisiera volver a la época en que tenía el valor suficiente para volcar mi taza de leche en la cabeza de las visitas, la época en que mi abuela tenía la vitalidad para reñirme y golpearme y a mi ni me importaba, no me importaba que me hiciera comer mi propio vómito porque no me daba cuenta, no daba cuenta de nada, las cosas se sucedían con fluidez, una tras otra, no debía detenerme cada tres meses a recordar nada porque no me daba cuenta que había dolores que no podían esfumarse con la amenaza de la aguja. Todo era simple porque no me daba cuenta. Ojalá no hubiera elegido la pastilla roja, ojalá no hubiera sabido nada.
Era mi inocencia carajo.

lunes, 20 de julio de 2009

Mas sobre el Pie de limón

De regreso, visito nuevamente aquel "calmo" lugar, cuyos muros posteriores se alzanban sobre los 3 metros, por delante tan solo mas muros y rejas. Por dentro un amplio jardín, césped bien cuidado sobre el cual reposan y se acarician doradas hojas que se precipitan desde inmensos árboles vaticinando la llegada del otoño. Tan solo un afán por minimizar aquel encierro, adecuado para continuar la búsqueda de aquella preciada realidad alternativa.

Quiero descolgar al sol,
chapalear entre las hojas,
estirar mi soledad,
correr entre los pasillos
y buscar la realidad
de que el perro no sea perro
y nada mas.

- ¿Pero porque tanta insistencia mi querido Marof? ¿Acaso es un síntoma de dependencia?¿Estúpida paciencia?¿O solo regocijo del cuerpo?
- Y es que extraño mucho sentirme mal, necesito agudizar otros sentidos, alimentar la autolamentación y aquel mortal deseo reprimido.

Aquellas frías, delgadas y blancas manos, suplicando liberación. Jugaban entre sus andrajos y sus ataduras. Puso entre sus labios un cigarro, aspiró dos veces y un tierno beso y una exhalación le pasaban el intoxicante humo. Quizás no podría compartir el resto del cuerpo, pero si un buen pucho.
A la mañana siguiente y tras tres duras semanas de desintoxicación, análisis de personalidad y falacias expuestas a la psiquiatra, que por cierto era la menos "cuerda" de todos los presentes en la sala, incluyéndome a mi ("cuerdo" se dice que todos encajan en mayor o menor grado entre las tres principales patologías psiquíatricas: Neurosis, psicosis y trastornos de personalidad. No me pregunten donde encajo) Dicha psiquiatra portadora de un tic muuuy insinuante en el ojo, con aquel espasmo en el párpado, anoréxica silueta, diálogo entrecortado o en ocasiones soliloquios, temblor fino en las manos al manipular objetos. Hasta ahora que caigo en la cuenta de que es ella una posible consumidora de antidepresivos.
Volviendo con nuestros protagonistas. Decidieron perderse un par de minutos. Recostados en aquella estrecha piltra, tan estrecha que no permitía maniobrar a los calenturientos amigos. Pero para estas cosas la creatividad no falta. Bajaron el colchón. Ya al tenerla recostada panza abajo puso sus suaves manos sobre su tierna espalda, vigorosos y contorneantes movimientos de pulgares descendían desde el cuello, surcando el ligero canal que se formaba a lo largo de su esbelta columna, alcanzando el punto más inferior de la gloria y el placer. Maniobras clónicas que dejaban sensaciones de tenuidad y sosiego, un descanso material a su psiquis, a su relativa y circusntancial sustantividad. Eran sensaciones que transmutaban su percepción, hasta llegar casi a la sugestión. Momento adecuado para reactivar el festín del sexo. Como aquel exquisito Pie de limón, que tras el primer mordisco te deja una agridulce sensación, tan sustancial, que ante la apariencia sólida termina lubricando tus fauces. Tal sensación evoca mi mente al degustarla, una mezcla de frios miembros, que penetran con lentitud y que se funden en aquella ardiente y estrecha oquedad. Nada se compara con aquel primer contacto.
De pronto suena el celular...Mierda!!! Que pésimo momento.
Del otro lado de la línea se escucha un memorable backtone...
Ella durmió al calor de las brazas
y yo desperté queriendo soñarla
algún tiempo atrás pensé en escribirle...
Al escuchar su voz tuvo la dicha de regocijarse en recuerdos nostálgicos. Aquel "inocente" rostro, dulces labios rosados y risueños negros cabellos y la única imagen erótica cierta entre estos signos, como el contorno escondido de sus senos a través de la blusa y el corpiño de encaje blanco, acompañado por un hidratante beso. Lo que me lleva a recordar nuevamente otro fragmento:
Porque supe al despertar
que mis sueños eran ciertos
y mi propia realidad
superó la fantasía
de ser vos la fuerza que
de la nada hizo vida y me la dió.
De vuelta a los amantes...
Aprovechó el tiempo para descifrar el mapa de aquella femenina materia, no más que un pueril intento. Pero muy a parte del sobremencionado tono de piel, se dibujaban coquetos contornos, surcos y recovecos naturales, y entre ellos, tatuada la automutilación. Se le antojaba excitante volver a jugar con navajas. Un poco de dolor entraña mas placer.

viernes, 3 de julio de 2009

De tu ausencia y del Pie de limón

De acuerdo a Mora: Para comenzar el relato tenía todos los elementos necesarios, un lápiz, un pedazo de papel, incansable paciencia, un iluso sentimiento de deseo contenido, opresión en el pecho, mi siempre fiel tristeza y un gran nudo en la garganta. Serviría como el paso inicial para descargar de la testa toda esa nostalgia, decir cosas que no me animo normalmente a decirlas y expresar mi sentir cuando hablar ya no basta.

- El contexto cronológico es totalmente fútil, del mismo modo la razón, sosegada por los juegos cortesanos con afable ímpetu en este ensueño.
- ¡Momento! ¡Momento! que me perdí en fútil.
- El horizonte quedará, como velo divisor y el sol enterrará con cada ocaso nuestro amor.
- Patéticamente romántico mi querido Marof, pero quien pensaría? El amor y sexo si venden.
- Prefiero perderme entre los pseudónimos y las circunstancias.

Marof caminaba todas las tardes, surcando un pequeño sembradío de seco maíz, alcanzaba la ahora asfaltada Av. Capitán Ustariz y lanzaba un sospechoso paquete por lo alto de la paredes posteriores del San Juan de Dios, todos los días a las 3 de la tarde. Su no tan ladina receptora, trémula y adormecida, intentaba interceptarlo en el aire, en pueril intento por coordinar la atrapada, el paquete se precipitaba de todas maneras al suelo, sus pies o desafortunadamente en algún fangal. Sus entorpecidos miembros le jugaban una mala pasada, atribuible a las altas dosis de citalopram, los ansiolíticos y la abstinencia. Los cigarros y ese provisional momento de placer, se exhalaban tras 8 bocanadas de aire, o quizás servirían para un trapicheo por algo más fuerte en el pabellón de los crónicos.
Receloso cruzaba la mirada un individuo, de marcha lenta y pasos cortos, seguido de duros tropezones que simulaban besar el suelo. En su rostro llevaba tatuada tan solo la desidia, mientras que sus manos parecían contar algunos pesos.
Languidecen las horas, en el horizonte se perfila la oscuridad. Y la luz de los faros, una quimera, abría su tímido paso entre la noche.

Conocía de memoria su silueta y a pesar del astigmatismo, podía reconocerla desde lejos, postrada en un banco de cemento, con la mirada clavada al infinito. Exhalando nuevamente un poco de humo de cigarro, desesperanzada y execrando aquel lugar. Vestía usualmente aquel atuendo, deportivo azul, un saco negro y unas zapatillas blancas.
El calor reconfortante de un calmo abrazo le devolvía a la “realidad”, y le arrancaba unas muecas de alegría al ver un rostro familiar entre la maraña de duelistas que rondaban el pabellón de mujeres. Nuevamente metió de contrabando otra dotación de cigarros, llevó poco esta vez, y ella increpaba. Surgía como dulce mentira que le devolvía aquella esperanza, exhalada con el último cigarro, pronto saldría, por tanto no era necesario llevar más cigarros.
Puede acaso recordar mi nombre?
Ella nunca asintió, pero se le antojaba familiar aquel indolente rostro.

Dejo atrás los duros recuerdos y solo se me ocurre dormir.

- Pues nada encuentro desde este margen, si serás un inepto!
- Si piensas irte cierra la puerta pues no espero más gente. Soy un hombre ciego, tratando de curar sus heridas, que pierde un poco de si con cada lágrima. Y contigo pierdo mares.
- Eres un dramático…

Le llamaba “impasible” pero a la hora de la verdad el era el impasible, recostado a su lado, esperando una señal para poder abalanzarse sobre su trigueño cuerpo. Pero pasaron por alto muchas señales, como cuando dijo: “hace calor, te incomoda si me aflojo los andrajos?” O como cuando puso su semidesnuda pierna izquierda sobre mi simia pierna izquierda, hasta que finalmente recriminó: “¿a que carajos esperas? ¿Vendrás o no a por mi y me cojerás?”
Esa era la señal…
Y al final no podría discriminar con exactitud el momento de mayor excitación, si complacer su ardiente conducta, a veces masoquista y subyugada, un juego de suaves caricias, golpes de látigo y navajas. O tomarla por las manos con fuerza y acorralarla contra la pared, desgarrando su blusa y el corpiño de encaje negro. Pero lo que le sacaba de quicio eran sus besos aspirantes, que le quitaban parte del aliento y de los cuales no podría obtener más réplicas.
Optó por acercarse por la espalda, sucia estrategia, tomándola con fuerza y recorriendo con sus suaves manos aquel escultural abdomen, aquella trigueña y lisa piel que temblorosa se agitaba al sentir la tierna caricia provocada por el roce de la yema de sus dedos, mientras arqueaba hacia delante su cuerpo en un intento por escapar, solo por dejarse a merced del deseo. Cruzando las largas y esbeltas extremidades de un suculento e indescriptible color con el que dotaron a Leskal. Desde el curvilíneo contorno de caderas, la estrecha cintura hasta su tórax, dejando ver algunas prominencias óseas, un deleite para un ser detallista como el. Al recostarla sobre el cómodo lecho y despojarla de sus atavíos, se deleita nuevamente en aquel particular color de piel. Comienza el frenesí de la carne, con besos, mordiscos y una reconfortante pausa. Tomó sus piernas con los brazos y beso a beso, paso a paso descendiendo por las rodillas, la tierna parte interna de sus muslos, hasta aquel glorioso monte que cobijaba su sagrada oquedad, en la cual, aquellos besos tan amargos pierden a los más cautos. Amargos y que llenan de dulce excitación, como el mejor pie de limón.
Dispuesto a empuñar el arma se incorpora, pero su mente naufraga nuevamente en un mar de huellas mnemónicas, hasta remotos lugares.

- ¿Podría considerar premeditado el que hayas olvidado mi rostro? ¿O es solo otro de tus juegos?
- Mmmmm. Hoy tuvimos otra sesión con el psicólogo. En esta ocasión me hicieron la prueba de Rorschach. ¿Crees que haya la posibilidad inducirles a que crean cual es la personalidad que tengo?
- No tengo idea. Pero me recuerda a aquel fragmento del tema de Pastoral, lo recuerdas?

Por que me dejan pensar en toda esa gente humana
Y después para jugar hasta me atan a mi cama
Puedo ver la realidad
De que el perro sea perro y nada más

martes, 2 de junio de 2009

Periférica Blvd. Overdose

Una continuación ficticia del libro de Adolfo Cárdenas...

Despoes de terarle tres platits de cardáncaldito meido a mi tocuar ¿no? Allí igualets, todo me lo morfo aunque así medio verde están algunas frutas. Mecho en la cama y me recuerdo todos los sus-sesos aca-he-sidos esa noche, desde la ronda nocturna con el chif hasta el interrogatorio del Maik ése. Me recuerdo de todiiito... así como sistuviera viendo fotografías en alta velocidad, osea en película: la muerte del loquito, las locas dese club, la bajada al puente, los ckolos, los perros botados poraqui porallá arrollados y disparateados, los artistas de la sastrería, toditiiito.. y así como en en el cine, me duermo profuuundo...

Me despierto de golpe como si en mi pecho miu bieran dado un warak'aso, igualets como cuando estoy de huardia y mis colegas o mis superiores meta a darme como si yo fuera saco de papas. Seis de la tarde yabiá sido. Rápido mealisto y salgo a buscar ¿a quién creen? Ala Yenny con doble ene pueeeesss porque aunque ahora yano'staba preocupado por el finadito, osea el Hombre que Supo o que no Supo Amar, qué se llamará ya ni m'acuerdo y del que nostoy seguro si me loé morgueado o me luán cargado como se dice ¿no? Iwal me quedado con el recuerdo desa birlocha en mi testa.
Rápido me alisto, me pasó el peine, hasta gel me pongo y voy en busca de esa k'alincha hasta la chifa "Punateña" pero ¡zás! en medio del camino mi'acuerdo que no tengo niún quibo, lana, mani, peso, nada de plata habiá tenido... casisito media wuelta le tiro cuando derepentes siá parece el cabito Juan Rosas como cayido del cielo se sabe decir ¿no? y me dice: ¿siuiro rundi tistas yendo? Tanto mey alegrado quel cabito mariachi había pensado que'staba. "Prestáme viente lucas" le digo y él: no ti procupis, uy purtí mañana purmí y sin más ni más me da un biyete.
Entons ay le pregunto: "que cosa pss estas haciendo en la sagrada hora de descanso" yel me refiere que al Oquendo l'abiá ido a dejar a su casa y también miá contado que bien raro estaba que en la mañana l'abiá llevado a comprar una docena de calzones al mercado Lanza, lo que'fectivamente es "uin raru" como dice el cabito porque el teniente es soltero y no se le conoce novia, amante, concubina, amiguita, compañera, pareja o ex mujer y para colmo su cara de t'isthapi había puesto todo el día.
Como ya no quería seguir perdiendo tiempo entons rapidito le despacho al cabo Rosas y me voy casi corriendo a la zona de los micro-cines-pohorno a buscar a mi Dulguinea.

lunes, 2 de marzo de 2009

Un relato que debió titularse "para tí" pero que se llama otra cosa

Cuatro de la tarde; tengo todo listo para partir hacia Pamela. Después de recontar todos mis quehaceres me doy cuenta que lo único que me falta, es recoger la ropa de la lavandería. Llego allí casi corriendo sólo para darme cuenta que olvidé el recibo. Mi falta de aliento no habla a mi favor. La tipa que atiende me mira desconfiada, me pide todos mis datos, e incluso me hace firmar un papel mientras yo pienso “tanto lío por un montón de ropa que no es ni mía ni suya”; en fin… no voy a desalentarme antes de comenzar la empresa.

En realidad, todo salió al revés desde que olvidé el teléfono de la hermana de Pamela (el mundo se divide en tres partes: los parientes de Pamela, los amigos de Pamela y los que Pamela no conoce). Ni modo, tuve que volver a mi casa a conseguir el famoso número y de vuelta al camino. Me sentía feliz, decenas de imágenes felices me acompañaron hasta mi arribo al micro. Antes, una parada, no podía llegar con las manos vacías, había tantas cosas que pasaron entre el día que ella se fue y el día domingo, cuando volvió; cosas que no pude decirle y cosas, como preguntas, que me urgía hacerle.
Lo recuerdo bien, la hermana me dijo: toma el micro que va hacia el barrio minero y Pamela me dijo: cuidado con que tomes el micro que va hacia Quillacollo. Yo obediente pregunté tres veces, a tres personas diferentes, antes de subirme: “¿Va al barrio minero? ¿Me deja en la parada antigua?”. Esos zoquetes fueron cómplices de mi posterior ruina.

Aguanté el sol en mi cara, los codazos de mi anciano vecino, las miradas lujuriosas del chofer, los gestos del retrasado niño que iba delante de mí, mi vejiga llena, todo. Ni siquiera me enojé cuando el automóvil se paró media hora a esperar pasajeros, más bien aproveché el receso para hacer una descarga (si, alivio). Me tragué todo el tráfico de la cancha ocupada en pensar las mejores palabras que resuman mis emociones para decírselas. Realmente nada importaba ahora que, después de tres años, por fin nos veríamos cara a cara.
Como el trayecto se alargó más de lo esperado mandé, por sms, mi primera señal de auxilio: “estoy en el cerro de San Miguel ¿me falta mucho para llegar?”. Nunca recibí respuesta y no me angustié en lo más mínimo; me acomodé en el asiento y seguí divagando.

Mi preocupación renació cuando vi que el sol estaba del otro lado y por un largo techo ya habíamos dejado el asfalto. El paisaje era tan distinto al que yo estaba acostumbrada, conocía esta realidad hecha de pobreza y desolación pero me esforzaba en ignorarla, ni siquiera ese remedo de conmoción azuzó mis expectativas. Yo estaba llegando a Pamela y sólo en eso pensaba.
Cuando la cosa se puso más negra (grandes espacios deshabitados, arboleda tupida, tierra por doquier) realmente me alarmé. Consulté con el único pasajero y me remitió con el conductor, éste, en vez ayudarme me confundió más, porque mientras más insistía yo en que me deje en la parada antigua, más se empeñaba en mencionarme todas las ex paradas; yo trataba de ahogar su voz en mis oídos, procuraba recordar palabra por palabra las indicaciones de la hermana y las cotejaba con el lugar dónde me encontraba, nada encajaba.

Hora de tomar de tomar resoluciones: tomé mi móvil, llamé al celular de la hermana; suena que te suena; no hay respuesta; intento de nuevo; mensaje de alerta: batería descargada, el principio del fin; llamo de nuevo y el teléfono se tira, osea, se apaga; lo prendo invocando a todos los santos, desde San Gabriel hasta al Ekeko, se prende dos segundo y se vuelve a tirar. No hay tiempo para dubitaciones, cada vez me alejo más de la ciudad; entonces, literalmente, le imploro al chofer que me preste su celular: él, convenientemente –claro-, no lo trajo ese día. Convenzo al otro pasajero para que me preste el suyo, “no tengo” me dice, su mala voluntad no me detiene y le digo que yo cambiaré mi chip con el suyo. Cambio el asunto a todo chancho y llamo, suena una, dos, tres veces y la llamada se corta, la señal de mi respetable compañía telefónica, no llega hasta ahí. En estos momentos, mi consternación ha alcanzado tal punto que no consigo pronunciar ni siquiera groserías. No se explicarme ante los testigos, estoy atónica y paralizada, no tengo dinero, no tengo idea de dónde me encuentro y no hay nadie que pueda ayudarme.

Me bajo. Me bajo sin dar explicaciones y dejando la impresión de ser una loca. Camino, cuatro o cinco cuadras y me topo con una tiendita de barrio, las más ínfima y triste y la más esperanzadora que yo haya visto. Llamo, contesta la hermana y me avisa, de lo más tranquila, que he tomado el micro correcto en la dirección equivocada. Entonces no puedo contenerme más y le grito al mundo lo que pienso de él.

Estas son las cosas que me hacen odiar mi vida, Pame.

Subo al micro de vuelta y mascullo en mi interior toda mi impotencia, todo el camino. La hora y media de camino. Todo el espacio que recorro para llegar a tu casa. Pienso una y otra vez que lo primero que voy a decirte es que las cosas que me pasan son las que me hace odiar al mundo; y cuando llego… no estás en tu casa, si no afuera, dejando por primera vez en tres años que los mosquitos se sirvan de ti, en esos shorts anchísimos que tu hermano te prestó y que seguro piensas que son lo más cómodo de tu vestuario. No quiero que me veas pero lo haces, tu hermana, esa persona que pertenece a la parte del mundo que son tus parientes, me llama con las manos, ¡ojalá tu me hubieras llamado con las manos, Pame! Y me alisto para nuestro primer contacto. Tú, lo haces mejor: pides a tus sobrinos que se vayan lejos y caminas hacia mí, sonriente y desafiante ¿Vas a golpearme? Realmente no espero menos pasión tuya; y sigues viniendo, es un eterno venir y escurrirte, yo sé esto con tanta certeza, como tu sabes que, mientras camino hacia ti, he hecho un profundo análisis a mis sentimientos y he descubierto –para mi sorpresa y alegría- que en esta payasada de vida, que en mi farsa particular, he encontrado a alguien que puedo llamar amiga.

sábado, 14 de febrero de 2009

Circunloquios

Su vida está llena de buenos recuerdos, lamentablemente, son solo algunos los que recuerda a la hora en que su cuerpo toma conciencia de su muerte, un hecho inminente para todos.
De no creer en la eternidad, ¿llegaría a ser relevante aceptar las consecuencias de como pasamos nuestro tiempo en la tierra? De ahí que quizás deberíamos tomar a la muerte con más frivolidad. Y como cierta ocasión mencioné “nunca sentí la necesidad de buscar, ó, dejarme encontrar por algo divinamente supraterrenal, solo un largo proceso por ocultar lo malo de nosotros.”

Como aquel burdo ensueño, en el que aparecía en pelotas en la sala de un concurrido edificio, y frente a mi, un letrero que decía: “la desnudez está estrictamente prohibida”. Ensueño que me recordaba que las reglas son un mal necesario de la sociedad, aunque muy mal definen los criterios de normalidad. El que la masa funcione en relativa armonía bajo dichas reglas no otorga el derecho de catalogar como inadaptados o disfuncionales a los que no encajan en dicho grupo (me incluyo en el). Ejemplifico un hecho médico simple. Los rangos normales de presión arterial van de 60-90 y de 100-140 mmHg. Pero hay individuos que muy bien toleran presiones por debajo de estos límites (hipotensos), e incluso viven mucho más tiempo que aquellos que considerarían estar dentro del “rango normal”. Aquellos hipotensos están en perfecta homeostasia, al igual que ciertos individuos que no viven bajo ciertas reglas. Quizás deberíamos considerar revisar viejos paradigmas…

Desvaríos que me recuerdan un viejo, antiguo y pecaminoso pasaje. Se inició hace ya tiempo. Raquel, aún en condición de estudiante, aumentó la frecuencia de visitas a su nuevo médico, y no justamente por estar estropeada. Y a pesar del par de lentes y su aire altanero, consideraba simpático que el reaccionara mostrando su retorcida sonrisa ante sus chistes, sacados del mejor chicle…¡Bazooka!. Notó que aquel lenguaje médico refinado, las palabras rebuscadas que en ocasiones ella dudaba si existían y su filosofía barata, solo representaban…un afán por verse menos vulnerable.
En el encontraba sosiego, anhelada redención e hipócrita alegría. Así como la religión es el opio de las masas, él pronto se convirtió en una necesidad, era el opio de su marchita alma.

Tras una semana, fue invitada a su casa, compartieron una cena y una épica historia. Al llegar media noche, la llevó a una de las tantas habitaciones vacías, justamente a la suya, la recostó y se sentó a su lado. Después de besarla en la frente se aprestó a marcharse, pero Raquel le retuvo al tomarle del brazo. Se levantó y apagó la luz, ella siguió sus pasos, y, una vez que se sintieron frente a frente, comenzó un frenesí de besos, caricias y suaves mordiscos. Uno a uno, fueron cayendo los andrajos, hasta que solo se sentía el calor emanado del cuerpo. Pasó su suave pero hidratante lengua por su varonil cuello, tomó un atajo por su pabellón hasta retomar nuevamente la boca. El por su parte, la tomó con fuerza, y con una hábil maniobra la giró 180º, dejando a merced suya el cuello, dorso y prominentes posaderas, mientras su humedecida mano se regocijaba en la entrepierna de Raquel y…

Se escucharon tres pasos, el golpeteo de la puerta y dos disparos. Era la esposa, que había llegado dos días antes de lo programado.

¿No podríamos considerar esto tan solo como...un mal entendido?

jueves, 12 de febrero de 2009

Suceso dramático-emocional clásico

Emprendieron el viaje de retorno a casa, caminaban tiernamente tomados de la mano por la misma sucia calle, por las mismas nueve cuadras y media que les separaban de la facultad, entonando los mismo sucios diálogos: “¿Quien te quiere, quien te ama?...Rata se llama”
En cuestión de segundos, pasó de la simple molestia a la total discordia, cuando ella decidió que era hora de frecuentar a nuevas personas, solo en afán de no entrar a la rutina. Rutina que se había establecido hace ya mucho.
Pero su verdadero afán era disimular su evidente tedio al tenerle a su lado. Tedio del cual se percató hace ya mucho, y que lo veía acercarse como futuro 9º rompimiento, despertando cierta ansiedad en el, al imaginarse nuevamente solo. Veía peligrar su dependencia emocional, sus múltiples dosis de navajas y sexo alocado y en cuyo lugar se instalaban el vacío crónico, ira incontrolable y una autoimagen desgastada por los múltiples intentos de suicidio, 9 para ser precisos. Todo un vano esfuerzo por evitar el abandono, profundizando aún más su inestable relación.

El paseo se convirtió en una frenética marcha, él detrás de ella, entablando un devaluado soliloquio, excusándose por su comportamiento y promesas de cambio que caían estrepitosamente de su boca. Renegando contra su infancia, contra su terapeuta y contra los placebos y el citalopram, que lo único que habían logrado era resecarle la boca. Nada fue efectivo para cambiar su parecer, ella siguió caminando presurosa, hasta perderse por detrás de la puerta de su casa.

Le habían cerrado la puerta en la cara y la idea de que no se hubiesen despedido de el le revolvía la sesera. Necesitaba un trago de agua para su reseca boca, aunque uno de vino vendría mucho mejor. Y frente a los 140 Bs que puede llegar a costar una botella de Navarro Correa y a la creciente crisis, no fue tan mala la idea de los 3Bs que le costaron una jeringa, el alcohol medicinal y la naranja para un efectivo cóctel.

Lamentablemente terminó con los flexores de la mano desmochados, al saborear nuevamente la automutilación.

lunes, 2 de febrero de 2009

Canela maldita

Hay un periódico en mi ciudad que me hace los domingos tétricos. No podría explicar muy bien qué es lo que sucede, lo cierto es que siempre que termino de leerlo me dan ganas de morir. Empezando por la compra, toda va de mal en peor: las periodiqueras la traen conmigo, que no tienen cambio, que justo se les acabó, que tengo cara de pocos amigos, etcétera. Cuando finalmente me hago del ejemplar lo primero que leo son los titulares sañudos, parcializados... completas mentiras; afortunada o infortunadamente, la costumbre es capaz de paliar las indignación más férrea; por eso a nadie le importa la pobreza, la injusticia, la degradación ecológica, el maltrato infantil; y si le importa a lo sumo se limita a denunciarla, tal como yo estoy haciendo en este momento.
Abordo el periódico en orden: primero el cuerpo A, donde están las noticias de interés nacional y las notas internacionales... pura mierda, puras malas noticias. Me voy al segundo cuerpo y me encuentro con malas noticias que suceden en mi espacio inmediato cercano, de contrapunto ponen artículos sobre empredimientos empresariales pero son tan aislados y tan pequeños que sólo aumentan mi tristeza.
Se supone que el cuerpo C, trae las notas más interesantes: cultura, tecnología y avances médicos. Me leo el artículo de portada y me doy cuenta de lo marginal de mi vida. Paso a la página 2 y me topo con las peores blasfemias proferidas contra un ícono de mi juventud. Y yo pensaba que no había nadie en el mundo que pensara así de ese hombre. Toda mi fe en la humanidad está perdida.
Finalmente me dirijo al objeto de mi compra: los anuncios clasificados. Clasificados 1, nada; clasificados 2, puros anuncios de empresas que te obligan a vender malos productos por sueldos míseros o peor, por comisión; clasificados 3, nada. Totalmente frustrada cierro el periódico y me cuestiono muchas cosas, por ejemplo, el hecho de que gente más tonta que yo esté haciendo más dinero; el que sea necesario trabajar en algo que no me gusta, o todo el puto sistema que te induce a tomar decisiones que van en contra de tu naturaleza. Estoy completamente de acuerdo con Bukowski: toda esa gente que se rompe la espalda trabajando en sus oficinas vive como un vegetal. Tal vez, si alguien dependiera de mí, no tendría tiempo de pensar en estas cuestiones.

Todo esto es una porquería y este periódico inmundo sólo lo confirma. No hay ni una sola línea de esperanza para mí ¿No podría ser un poco más como la televisión? Algo de entretenimiento fácil y humor muy de vez en cuando; o como Opinión, que tiene sus revistitas de fin de semana en los que siempre hay algo interesante. Pero no, este mórbido periódico se impone, se alía a ese agujero negro que se llama domingo, me devora y luego me escupe el lunes en la cara.

viernes, 30 de enero de 2009

¿Condición o convicción humana?

¿Que tan perverso puede ser el hombre? ¿puede considerarse pérfido cierto tipo de comportamiento? ¿o tan solo responde a un instinto arraigado en lo más profundo del límbico?. Se sabe que una madre puede llegar a devorar a sus crías si es necesario, aunque muchas veces no podemos explicar este fenómeno, los expertos consideran que es un mecanismo de autocontrol, caso contrario la situación llegaría a ser anárquica, la superpoblación y hambruna tomarían lugar.

Es algo que no se aplica a los humanos, por ese mismo hecho, "la condición humana". La piedad o el placer someten finalmente a la razón. Nietzsche a parte de misógino, hablaba de la egemonía del superhombre. En resumidas cuentas, debía sobrevivir el más fuerte y se debía ayudar a morir a los débiles (dentro de los cuales se contemplaba a los cristianos, individuos con tendencias suicidas, los ayunadores, etc). Me gustaría añadir a esa lista a los limítrofes y dirigentes políticos, que en su mayoría sufren de oligofrenia. "Cualquier parecido con la realidad, es mera intencionalidad".

En 2005 y tras años de arduas jornadas de investigación, se logró resolver un hecho macabro que trasmutó la sensibilidad y sació el morbo de centenares de ciudadanos de Ciudad Peluche, un paraje veleidoso.

En la conservadora ubicada en el sótano de cierto domicilio particular, fué hallado un cuerpo en cajas de cristal, que albergaban restos humanos femeninos ubicados en forma aleatoria, en cortes axiales perféctamente ejecutados. Cortes finos, dignos de exposición del mejor anfiteatro.

Del autor, se rescataron las siguientes apreciaciones:

Cualquier hombre es asesino en potencia, algunos necesitan un móvil, por ejemplo la venganza, defenza propia, asalto agravado. En cambio yo, tan solo intento saciar mi insaciable y sangriento deseo por llenar un vacío.

No se exáctamente como comencé con este comportamiento, el recuerdo más remoto que se aproxima a aquel momento fué, cuando en mis años de pre-grado de medicina solía cuestionarme acerca de cuál sería la sensación más cercana, equivalente a disecar un cadáver de anfiteatro, pero en este caso in vivo. Inicié imaginando incisiones hechas en mi brazo por mi mismo, individualizando los músculos, verlos contraerse, ver latir una arteria, o mi corazón. Posteriormente empecé experimentando en mi muslo y solo en mi muslo, pues no es accesible a la vista de cualquier persona, y otras incisiones en el resto del cuerpo hubiesen levantado erróneas sospechas de conductas suicidas.

Los primeros cortes eran dolorosos, conforme iba avanzando, el dolor cedía ante un extraño y heterogéneo sentimiento de repulsión y placer. Impresiónaba como algún cuerpo ajeno al mío, mucho más cuando conseguí atravesar piel, tejido graso y aponeurosis (aquella membrana que envuelve a la mayoría de los músculos). Ahí me detuve, en actitud juguetona traccionaba aquella membrana con la punta del bisturí, momentos en los cuales me sentía mucho más ajeno a mi, mientras una gélida sensación bajaba por mi espalda, hasta que caía en la cuenta de que había sangrado ya bastante. Con el pasar del tiempo, aquel ritual que en primera instancia placentero, se tornó tedioso. Debía experimentar cosas nuevas.

En aquel cuerpo fué que encontre deleite sin igual, a pesar de su debilitado temple. Su tersa, fría y lisa piel, de contornos, recovecos, cavidades y protuberancias pronunciadas. Dejaban discurrir con agrado a la fina hoja de acero inoxidable, que se abría paso entre cada una de los surcos de aquella suculenta piel, hasta desangrarse afanosamente. Entre sus entrañas y el aroma visceral, encontré un peculiar bálsamo. Deleite efímero, que se desvanecía cuando cerraba los ojos y al abrirlos me encontraba finalmente con el ente exánime, en el que se convertía por descuido mio. Nuevamente volví a sentir regocijo en cuerpo ajeno, sin aquella gélida percepción surcando mi espinazo.

Contribuyo con la naturaleza al control de la superpoblación, que de no ser por nosotros "los predadores", los accidentes de tránsito, las trágicas pestes y una uva atorada en la glotis, pues, esta se habría salido de nuestro mando.

lunes, 26 de enero de 2009

Al Fondo A La Derecha

En cierto domicilio particular…
Sgto. Mordida: Cabo Ranchero! Venga acá por favor! Descríbame el escenario.
Cabo Ranchero: Bueno, se trata de un hecho de sangre. Un crimen pasional en apariencia, protagonizado por el ciudadano Mamerto Toro de 26 años, en calidad de agresor, cirujano de profesión. El cual fue encontrado en flagrancia por sus cuñados, cuando este introducía el cuerpo mutilado de su esposa, la Sra. Soila Vaca, en una moledora de carne. Hay que apuntar que la familia Toro es dueña de uno de los más importantes frigoríficos de la ciudad.
Sgto. Mordida: Muy bien, y dígame, ¿se hicieron las pesquisas pertinentes al igual que la toma de declaraciones?
Cabo Ranchero: A todos los testigos, solo falta el imputado. Se enviaron muestras de los restos para confirmación mediante examen de ADN. Y lo que quedó del cuerpo ya fue dispuesto por personal de la morgue.
Sgto. Mordida: ¿Restos? ¿ADN? Pero, ¿no acaba de decir que los hermanos reconocieron a la víctima cuando sucedía el hecho?
Cabo Ranchero: Si, y no.
Sgto. Mordida: ¿Puede ser más específico?
Cabo Ranchero: Sucede que las únicas rebañaduras que le faltaron introducir a la moledora, fueron un pie, junto con los senos.
Sgto. Mordida: Ah! Y como fue que lograron reconocerle con eso?
Cabo Ranchero: Por una seña particular en el primer ortejo del pie de la víctima. Se trata de un nevo rojo.
Sgto. Mordida: Entiendo…
Bueno, mientras tanto, yo tomaré la declaración al implicado.
Ya en la comisaría…
Sgto. Mordida: Déjeme entender la situación Sr. Toro, ¿por que cometer tal acto de... deee… de? Semejante acto salvaje. Pues no se que otra denominación darle. Después de ver las ominosas imágenes en las fotos de la escena, solo me atrevo a preguntar ¿Qué le impulsó a esto?
Sr. Toro: La vida con ella, se hizo intolerable. Hace un par de meses me contó sobre su romance, ¿dije romance? ¡Sus revolcones con uno de nuestros regordetes empleados! Le mintió a todo el mundo al respecto, así que su sinceridad me hizo sentir, algo discriminado.
Días atrás, empecé a sentir como sus agudos comentarios se metían en mi cabeza, Su infecto aliento a viandada, impregnando mi reducido espacio personal. Aquella tremebunda figura, con sus tremolantes posaderas, el perenne contoneo de copiosa materia grasa, balanceándose por la cocina. Ese ser abyecto de ancas rollizas, sonrisa retorcida, por sotabarba un colgajo de lunares peludos. Y ese par de senos, que de no se por los sujetadores le llegarían al ombligo. No se exáctamente cuando murió el ímpetu.

Imagino que aquel empleado portaba algún grado de ceguera, ó, quizás tendencia fetichista por los cetáceos.
Hasta cierta noche, que, durante la cena, puso mal la mesa y se me antojó estrellar su sesera contra el suelo, al arrojarla del 6to piso. Fue como estallar una sandía contra el pavimento, mientras observas regarse la dulce pulpa.
Sgto. Mordida: Vaya analogía. ¿Y no siente ningún remordimiento al respecto?
Sr. Toro: ¿Que? Acaso Ud. jamás reventó una sandía.
Sgto. Mordida: Por favor señor, seamos objetivos. Dígame ahora, ¿Cómo pensaba deshacerse de los restos?
Sr. Toro: ¿No es obvio? Carnicería, moledora, cirujano. Y ya que los engaños están de moda, decidí arrojar su pecaminoso cuerpo a la moledora.
Considerando las dimensiones de mi mujer, me pareció prudente despojarla previamente de sus extremidades y sus senos. Y! para facilitar aún más el traslado, decidí separar cada miembro en segmentos. El problema fueron sus entrañas, no tiene idea de cómo el aroma visceral puede atraer otros animales.
Sgto. Mordida: Pero, ¿que pensaba hacer con los restos?
Sr. Toro: ¿Acaso debo repetir lo que es obvio?. Somos lo que comemos.

Ay! disculpe, ¿sería tan amable de indicarme donde tienen el baño?
Sgto. Mordida: Al fondo a la derecha...

domingo, 25 de enero de 2009

Morbo

Varón NN de aproximadamente 23 años de edad, encontradoo en una ladera del camino a La Paz.
A: Acompáñame, que debemos averiguar la causa de la muerte.
T: Vaj! No jorobes, estoy ocupado, apunta un paro cariorespiratorio y ya!
A: No te pases de pendejo, sabes que todos mueren así, debemos buscar la causa desencadenante. Además, se que te interesará, se trata de un macabro hecho, puede encajar perfectamente en tu enfermiza lista.
Nuestro querido amigo, por decirlo así, fue encontrado en dos bolsas negras, próximas a la carretera, la primera, contenía la cabeza intacta, a excepción de las piezas dentarias que en realidad faltaban, arrancadas desde los alveolos, al igual que sus globos oculares, arrancados de sus cuencas.
T: Faltaban?
A: Si! Quiere decir que no están donde deberían.
Vamos con la segunda bolsa, contenía su tórax y abdomen. Bueno, nada fuera de lo común, fenómenos cadavéricos que se esperarían en cualquier inerte, livideces, piel anserina, etc.
Lo más interesante es que, sus extremidades fueron despojadas de sus partes óseas. Se evidencia una cicatriz longitudinal en la parte dorsal de cada uno de sus miembros inferiores, cicatrices relativamente antiguas muy bien afrontadas, con precisión quirúrgica.
Y yo que te llamaba “enfermo”.
T: Oh! Por favor, no me quites el crédito aún.
Bueno, como dijo Jack el destripador, “vamos por partes”. Abramos tórax y abdomen. Mientras tu busca otras evidencias en su bóveda craneana.
Pesemos los órganos y abramos estómago e intestinos.
Jo! A que no imaginas que encontré. Cuyo es este par de ojos y la decena de dientes?.
A: Percebe... Crees que se los hayan dado de tragar?
T: Ó, quizás no aguantó el hambre.
A: A la mierda con tu humor negro!. Termina con eso, mientras voy a recoger los resultados del toxicológico.
T: Oh! (al mirar una placa Rx de columna) este tipo es un maestro, que ingenioso, quitar una vértebra y reemplazarla.
Minutos mas tarde…
A: Los laboratorios reportan elevados niveles séricos de D-propoxifeno, restos de tiopental. A este tipo lo doparon hasta la médula. Además de un cóctel de antibióticos
T: Sería mi último deseo si me arrancaran los ojos y me encajaran una cabeza en la espalda.
A: ¿A que te refieres?
T: Solo mira sus Rx de columna, a nivel de la 2da lumbar…
A: ¿Acaso es la cabeza de un animal? ¿Seccionaron su médula?
Eso explicaría como aguantó la extirpación de los huesos de sus piernas y sus antiguas cicatrices.
T: El objetivo era mantenerlo vivo mientras recibía todas esas injurias. Ciertamente estuvo anestesiado, pero en sus periodos de lucidez fue obligado a ver un infierno más allá de las proporciones bíblicas de las que tanto me hablas. Las torturas chinas son un juego de niños al lado de esto.
Pero. ¿Te imaginas la dedicación que empeñó su némesis para controlar las infecciones que podrían haberleconsumido, así mismo para realizar cada uno de sus calculados procedimientos?
A: ¿Dedicación? Tu juicio anda retorcido ¿Como puedes mantener la misma frívola actitud frente a la muerte, y mucho más cuando se presenta de esta forma?
T: Bueno, por lo menos hay algo positivo en todo esto. Nuestro amigo aún conserva su hombría en la entrepierna…

jueves, 22 de enero de 2009

En el intermedio

La única cosa que me ofende es que me pregunten dónde tengo la cabeza. Mi marido nunca me lo pregunta desde aquélla cena navideña. Le armé un alboroto de aquéllos. Tiré unos cuántos vasos y me gané el respeto de toda su familia. A veces me pregunto si lo que sienten no es miedo. Claro que no me molesto averiguándolo, de todos modos sólo los veo una vez al año. Es que soy muy tímida, no acomplejada; tímida.
Yo sé que usté está mira que te mira aver si me sonrojo al hablarle tan sinceramente pero usté no podría adivinar la cara que pongo porque no me ve. Claro que es algo de lo que está plenamente consciente. ¡Ay! ¡No sé que cosas digo! Mejor sigamos... ¿Quieres saber que se siente vivir con la cabeza bajo la tierra? Jajajajajá. Acabo de acordarme de un chiste que me hacían en el colegio: Había una vez una avestruz... ¿no? Bueno, sólo quería dejar en claro que las avestruces no meten la cabeza bajo la tierra, es un mito rural; ellas hacen su nido en el piso, probablemente alguien las vio agachándose y comenzó a decir que cuando sienten miedo, entierran la cabeza.
Yo cuando siento miedo ¿sabe? Me empiezo frotar las manos como todo el mundo. Soy una persona normal, algo tímida y con sus propios recuerdos tristes, pero completamente normal ¿Ya ve? Tengo dos hermosos hijos y un esposo exitoso. Es más de lo que me auguraron mis maestros. Cuando me casé llevaba un vestido blanco largo acampanado, el cuello era muy alto y me picaba, se ensució mucho porque se arrastraba. Por más que me rogaron, no me convencieron de levantar la cabeza para la foto oficial, quedé así, tal como me ve ahora. ¿Quiere que le muestre? La foto está guardada porque a mi marido no le gusta tenerla colgada ¡Pobre! La gente le tiene lástima, igual que a mis hijos. Creo que hasta les hacen burla. A mi ni me importa, voy a todas las reuniones de padres de familia, ferias escolares, excursiones. Claro que mis hijos nunca van. No sé porqué todo el mundo se hace tanto problema. Se sienten desafiados, creo. A mi no me molesta estar todo el tiempo así. Hubo una época en que me convencí de cambiar, creo que fue la primera vez que me enamoré, no de mi viejo gruñón, si no de otro, un joven muy inteligente que conocí en la universidad, fui a ver a varios médicos y no me encontraron ningún defecto físico, ni siquiera tortícolis; luego fui a ver a un psicólogo eminente y terminó confundido porque mientras el decía que cargaba con un sentimiento de vergüenza y culpa atroz, yo le trataba de meter en la cabeza que si andaba así, era porque me sentía cómoda, como esos extravagantes pantalones jeans que se ponen los jóvenes de ahora, sólo que lo mio es simple y natural... Lo veo algo turbado, ¿se siente bien? ¿Quiere un vaso de agua? ¡No, no! ¡Por favor no se levante! Yo se lo traigo ¿Ya no quiere? Usté sabrá. Le decía, las avestruces son aves generosas: los machos cuidan los huevos de 3 o 4 hembras a la vez, a diferencia de otros... hummm... también se comen piedras e insectos... humm..., carroña... plantas... y... humm...
¿Y usté me pregunta por qué las avestruces meten la cabeza bajo la tierra? Yo le respondo de la manera más lógica: ¡Ni modo que la tierra se meta en la cabeza de las avestruces! ¿No cree? No no no. No me estoy burlando, le hablo en serio. Mire cómo pongo mi mano en el pecho al decírselo: a veces, por la perspectiva, las personas interpretan este gesto como una grosería. ¡Cómo entenderse con gente así! ¿Quiere que le diga cuál es mi mayor problema? Los curiosos, ¡sí! Cómo los vecinos, como mi marido, como los periodistas... ¡Sí! ¡Cómo usté! Ji ji ji ¡Cómo! ¿Ya se va? ¿No quiere ver mi álbum de fotos? ¡Pero sigamos hablando hombre! ¡Oiga!

Las pajas que me dejan publicar

Hay un hueco de 7 metros en el piso de la Iglesia del Hospital Viedma que nadie ve. Los bautizos, las misas, la reunión de alcohólicos anónimos, suceden con la misma frecuencia de siempre. Los parroquianos van a hacer su visita a la misma hora de todos los días. Hay una cinta plástica que predica: “hombres trabajando” y que impide el paso, pero para los feligreses es sólo una sugerencia. La tierra está por todas partes y, de cuando en cuando, un taladro sacude las paredes como si fuera las trompetas del juicio final. Pero ninguno ve el hueco, ni a los obreros, ni siquiera a los arquitectos que, como ángeles, apuntan al cielo… o tal vez, hacia una rajadura.

domingo, 18 de enero de 2009

Inercia Existencial

Febrero 22...
El súbito impacto sirvió para recordarme que debo manejarme con cuidado y así evitar nuevamente un duro revés de la inercia existencial. Había conocido como una excepción la vida sensual, desde un estado maníaco y lograr dibujar bizarras muecas de alegría entre los labios durante unos gratos 120 minutos, pero como un muro implacable surgió ese matiz de vacio, apatía y labilidad.
Al carajo!! No será mas que un resplandor lancinantemente bello de nuestro errante pasado.

Debo recordarte que en mi anterior existencia, el sexo había tenido el amargo sabor de culpa, y ahora mucho mas que amargo, a sabiendas de la desaprobación de tu marido. -"Según recuerdo, en tu anterior vida dijiste que en tu condición de Sátiro y en el cadalso de tu existencia, habías convivido entre ninfas" replicó Melisa. -Efectivamente, pero no hubo momento alguno en el que no me sintiera culpable por traicionarlas...a todas!. Se escuchó una dulce risa, tan femenina y dulce como el arrullo de cuna.

Y mientras se aprestaba a cubirirse con sus prendas y cuyos jeans habían sucumbido a la fricción, marcando pequeños orificios en las posaderas y dejando ver su dulce y trigueña piel, recordaba que en cierta ocasión había escuchado la siguiente sentencia: "el romance adormece a la lógica, de lo contrario nadie se arriesgaría". Quise eternizar el momento expresándole mi sentir, pero la respuesta no fue justamente la que esperaba. -"en vez de dar rebuznos, porque no haces algo útil y me pasas mi corpiño? creo que cayó detrás de la cama" replicó.

Evidentemente se adormeció mi triste lógica. La reciprocidad no es regla, y lo que parecía ser la pequeña almena en esta sombría madriguera de angustia, no era más que una irreverente sombra, mi amada huesped tránsfuga.

Dejó caer aquel muro, y aquella desdibujada sonrisa se torno en una inexpresiva facies...


Febrero 29... (año bisiesto)
"Como si su cuerpo hubiese muerto con ella". - Pensó en voz alta y en tono luctuoso.
Se percibían en la sala dos cuerpos exánimes, se parecían, como hermanos gemelos. Uno yacía inerte en un bello y lustroso nicho de pino. En su femenino rostro se esbozaba una disimulada sonrisa, su piel tan lisa y fria como la porcelana, rubor en las mejillas, sombras celestes en los párpados, ofreciendo un dulce aroma a jovial travesura, pues quien dijo que la muerte no es bella? El otro, yace inerte en un recoveco de la sala, pálido, ofuscado, por los poros destilando aroma a tabaco, vino y sudor, un puñado de franca incertidumbre en la garganta. Quién dijo que la muerte no apesta?


Febrero 27...
Cada relato tiene su fin. Claro que en la "vida real" cada final es un comienzo. Y a pesar de tomar a la esperanza, como el último de los recursos humanos antes del drama y la tragedia, debemos aceptar como realidad que todo llega a su fin. - Aquella sentencia caracterizada por un frío y calculador orador, como solía serlo. Tristán, el mismo lenguaraz y basto de siempre, fatuo, petulante y necio. Podría afirmar que casi lo conozco en persona... Hasta creo que me agrada!

Discó cuatro veces su número celufónico, cuando estuvo a punto de perder la paciencia logró obtener el tono. Ella contestó al cuarto tono, pero no con la misma jovial actitud de siempre, ahora en un claro tono gélido, helandome hasta el deseo. Como soportar tantos repentinos y repetitivos cambios de ánimo? Aplacando su también incostante ánimo.

Febrero 27...
Ese mal sabor de boca dejado por el tono indiferente de Melissa se convirtió posteriormente en un tremebundo escalofrío, que surcaba desde el auricular del teléfono, hasta el cóccix.
"Ya no aguanto más" Fueron las últimas palabras antes de colgarle el teléfono.


Tomando firme una fina y lustrosa hoja hendió la misma en los surcos más largos de su femenina y lisa piel. Previo a eso habíase tomado algunas ASA, permitiendo de ese modo dejar discurrir la vital "escencia escarlata" a través de sus jóvenes hendiduras. Pigmentando de rojo la almena de su casa, mientras se preguntaba y en voz alta "¿ a qué atribuirle este mísero sentir, vana fué mi busqueda de algo divinamente terrenal al cual aferrarme?" - Mientras tres sangrientas lágrimas descendían de sus ojos y le contestaban "No hay gloria en morir por mano propia, tal cual afirma tu misiva, así como no hay salvación para tu herencia mortal, así como viviste, habrás de caducar".

Su piel se tornó índigo y luego palideció, su corazón palpitaba agitado. Ya solo deseaba recostarse y cerrar los ojos por solo un momento. Su torso ahora se movía aún mas agitado. Todo un vano intento por compensar su estado ya letárgico de inminente colapso.
Pasadas 4 horas, él llegó a su encuentro, la vió recostada sobre la alfombra. La tierna calidez de sus piernas se había desvanecido, el rubor de sus mejillas y el resto de su piel se convirtieron en livideces. La rigidez dificultó su traslado, así como también dibujo aquella disimulada sonrisa de la cual todos se despidieron 2 días después. Quizás sería más fácil tomar a la muerte con frivolidad o frialdad.


"Que triste destino para mi tan arraigada alma materialista, pues finalmente la muerte no hace distinciones".


Este relato ya fue publicado en Myspace, pero deseo compartir su escaso contenido literario, :P

viernes, 16 de enero de 2009

Rumbo al primer primer contacto

-No, yo no tengo hermanas -dijo Irene frunciendo la nariz.
-¡Ah! Debí confundirte con alguien más -respondió el melenudo.
-...
Ella decidió mirar hacia afuera e ignorar a su vecino. Las calles estaban húmedas y había poca gente transitando. A través de la ventanilla semiabierta, sentía en su rostro un aire fresco y límpido. Metió la mano en su bolso, sacó un chocolate y se lo metió a la boca pero...
-¡Qué bocadillo tan delicioso el que traes!
... comprobó con tristeza que no sabía como antes. El micro seguía su ruta lentamente con su típico tambaleo; entretanto, el vecino aprovechaba cada curva para apretujarse más a ella. «Esto empieza a ponerse feo» concluyó. El carro se detuvo y frente a ella apareció un ciego que intentaba cruzar la calle; al verse interceptado empezó a golpear el micro con su bastón blanco:
-Muévase -le gritó a la llanta.
El auto siguió su marcha y el melenudo intentó de nuevo iniciar la charla:
-¿Viste eso? El ciego no se dió cuenta que el micro estaba yendo hacia el otro lado ¡Pobre gente!
Irene lo miró desde abajo con la boca torcida. Le fastiaba la compasión forzada.
-Si. Aunque los ciegos en realidad tienen mucha suerte, en especial los de nacimiento.
-¿Por qué?
-Porque los ciegos no se imaginan cómo se ve un montón de sesos esparcidos en la calle -le respondió muy solemne.
-¡Uy! eso es muy cierto... y muy sangriento -agregó el sujeto estirando los labios y cerrando los ojos, como si estuviera en un comercial de TV. Irene volvió a sus pensamientos pero fue interrumpida nuevamente .
-¿Te gusta el chocolate?
-No.
Nuevo silencio seguido de desconcierto.
-Está fresco ¿no?
Ella, envés de responderle, imitó su sonrisa estúpida. El otro no entendía. Volvió a arremeterla:
- ¿Te gusta el frío? A mi me gusta. Odio el calor y los días soleados ¿Será que soy un ser de la oscuridad? Como los vampiros ¿te imaginas? Yo, un vampiro del siglo 21. La melena me viene bien. Me da un aire místico, eso es lo que me da dicho mucha gente. Bueno, no mucha. La verdad es que no tengo muchos amigos, es bohemio eso ¿eh? -La olla a presión de su cabeza amenazaba con reventar- Siempre me he sentido distinto a los demás, desde pequeñito. No sé porqué te digo todas estas cosas, acabo de conocerte y todo, sin embargo...
«Momentito» pensó Irene. «Este tipo piensa que tenemos algún tipo de relación sólo porque me he sentado a su lado. Mejor lo corto por lo sano.»
-¡Ejém! Sí...
-¿En serio? ¡Lo sabía!
-¿Perdón? -Había perdido el hilo del monólogo.
-Que tu también eres de las que disfrutan los días nublados -dijo victorioso.
Ya habiendo intuido esta respuesta, en lo que el tipo terminaba de decirla, la invadió la ira.
-¿¡El queeé!? ¿Quien carajos te crees para inferir cosas de mi vida? -se levantó indignada.
-Sólo era una pregunta...
-¡Una pregunta mis bolas! -le gritó mientras se agachaba para poner su cara a escasos diez centímetros del otro. -¡A mi nadie me viene con cuentos! ¿Entendiste? ¡Hace mil horas que te estoy ignorando y tu ni te das por aludido! ¡No me interesa tu vida! ¡No quiero hablar contigo! -chilló; luego estampó su dedo índice contra la frente de su víctima quien -para su sorpresa- apenas se movió. Era como hablarle a un costal de papas. Esto terminó de enfurecerla. -Y ¡Sí! ¡Soy de las que prefieren los días nublados pero nunca se lo digo a nadie porque ahora a todo el mundo le gusta! ¡No hay exclusividad! ¡Déjame pasar! -lo empujó con su rodilla y salió al pasillo. -¡Y si algún día volvemos a cruzarnos hazme el favor de salir de mi campo visual o voy a golpearte! -le dijo con el puño en alto antes de bajar del micro. El hippie desvió la mirada aceptando el veredicto.
Abajo la esperaba Gustave. En un segundo, Irene pasó de la furia ciega al odio contenido.

En Un Ensueño

Mi reloj biológico ya marcaba las 22:00 horas, encendí la tontuela caja para mirar un episodio estreno de Dr. House. Al mismo tiempo que me recostaba sobre el sofá tomé una copa de Cabernet Savignon y un dulce hipnótico, para pronto aprestarme a ensoñar.

30 segundos después...
Al evocar un cachito de oscuridad que había dejado olvidado en la luz vi sangrar al mundo, al alma del hombre como género (saben que me refiero al varón y la mujer). El hombre como el mundo, maquillados con fatuidad y futilidad, no quiero hacer comparaciones pues podría verme mellado en el intento. De sus heridas mortales salían a borbotones llanto y risas sardónicas. Heridas provocadas por graciosas siluetas, con cachos en sus pelones cráneos deformes y en sus famélicas manos pequeños tridentes. Se me antojaban hilarantes, pues de cierto modo se parecían a pequeños payasos de circo saliendo de su también pequeño "escarabajo" o peta.

10 segundos después...
El golpeteo de la puerta y aquel agudo pero familiar tono de voz me levantó con un sobresalto. Recordé inmediatamente que hoy 30 de Julio celebraríamos su santo en una romántica cena en Puerto Madero. Solo atine a gritar en forma muy convincente: mierda!!
Me apresuré en abrir la puerta, menudo error. Sentí como llegaba de lleno un soplamocos como el zarpazo del oso gris para derribar un rival, en la lucha por una hembra en celo.
..Terminamos!! fueron las últimas palabra que advertí de ella.

35 minutos y otra copa de vino después...
Me sentía relajado, el hipnótico y el vino en sinergia acarrearon los sueños, Dr. House había terminado y nuevamente zozobré en aquel burdo ensueño de enanos, sangre y risas sardónicas.
Y aquel cachito de oscuridad quedó por siempre olvidado en la luz.

miércoles, 14 de enero de 2009

De insensateces e insensatos

Reposaba en su frío lecho cuando un fugáz paradigma (en forma de idea) de Dios se esbozó en su frágil mente. Rebuscaba las palabras en afán de concretar ideas sonantes para sentirse menos chabacano cada vez que pronunciaran su nombre, como aquel hombre arrabalero que tiempo atrás solía llamar "padre".

Según veo, de todos los seres de "la creación" representamos mejor, el papel de "vulgares y errantes" reflejos suyos, con nosotros la creación se salió de sus cavales, de su control, de sus divinas manos. Hasta que punto? A tal punto, que tuvo que encarnarse en un reflejo suyo, mostrar su lado terrenal, para que? Para morir en manos de sus propio vástagos.

Vano fué su egocéntrico intento por buscar la eterna adoración. Si hubiese profundizado el tema, tendría que manosear en viejos conceptos sobre molaridad y eso me produce cólicos intestinales acompañados de diarrea verbal, pues con que moral puede hablar de moralidad (valga la redundancia) si tras una estatua de sal arden pueblos cuya gente solo saciaba sus más profundos instintos, que por cierto son los que mueven a muchas especies de animales y no son condenados a un mar de torturas.

Luego se levantó de su cama, se despojó de su almohada de plumas de ganso y se disculpó por departir tantas trivialidades en tan poco tiempo.

lunes, 12 de enero de 2009

Confesiones de una tarde de verano

Sintió la germinar semilla del desprecio un lunes a medio día. Finalmente le encontró sentido a esa hostilidad confusa y dispersa que hace meses arrastraba. Apareció mientras almorzaba con sus padres. Fue una revelación espontánea y precisa que le llegó mientras llevaba la cuchara a la boca. Ya le había sucedido una vez, cuando sintió la despersonalización hughiana -la naúsea sartriana, el absurdo ontológico-, pero esa vez sostenía un tenedor y no se lo llevaba a la boca sino estaba dentro.
La comida siguió como tal. Gustave prefirió guardar silencio y evitar confrontaciones de mal presagio. En una ocasión, se atrevió a expresar un pensamiento en voz alta que nadie entendió. Le preguntaron a qué se refería y el contestó con la misma pregunta: "algo turbio es algo turbio". El otro insistió y Gustave decidió explicarle como a un niño de 5 años, con un dejo de sarcasmo que no podía disimular. El encuestador seguía dando lata, tenía la firme intención de hacerlo reventar pero Gustave retrocedió. Era siempre la misma cosa: tensiones progresivas que en determinado punto se reabsorbían. La formula lo fastiaba, ceder o dejar temas abiertos no eran su fuerte.
Cuando terminó de almorzar se dio cuenta que no quería estar en ningún lado.

viernes, 9 de enero de 2009

Por Todos Aquellos Cuyo Gemir No puede Expresar Ningún Deseo

En una gélida noche de verano, algo inusual, pues no llovía ni encapotado estaba el cielo. Eran corrientes de fria cordura, acarreadas por mi frígida cortesana.
Estábamos prestos a beber algo de lubricante social para así sentirme un valiente "caballero" y ella una ardiente doncella...frígida.

Por escudo llevo mi burda indiferencia, por yelmo la apatía y mi espada la despectiva ironía.

Bebe la escencia escarlata, embriaguémonos de juiciosa locura. Mas, vanos todos los esfuerzos fueron por encender mi regodeo, pues aún reposaba frígida en su lecho límbico.

La líbido y livideces vagaban por el dorso, piel anserina y aroma a manzanas. Tres días después el ambiente apestaba, supongo que es ya definitivamente la hora,
...de sepultarla.

miércoles, 7 de enero de 2009

Palabras Que No Existen

Dejó caer las tijeras al oir semejante sentencia, mostrando su peor disgusto.
G: Sí mamá, quedó embarazada y no se cuál tu molestia si tu pedías siempre ser bendecida con una nieta.
I: Evidentemente!! Pero nunca dije que debería ser justamente el tuyo, pues eres el menor de todos y ni siquiera terminaste tu carrera.
G: Sabes? tus cambios de humor me dan tortícolis.
I: He vivido muchos amargos capítulos, pero este es el peor, acaso sabes lo que puede significar semejante responsabilidad?
G: Y que sugieres entonces?
I: Irás esta misma tarde a la casa de tu hermano, él sabrá que hacer.

...en algún meandro del tiempo/espacio
Hrm: Mamá me contó sobre su sutil hazaña, y solo puedo ofrecerles dos opciones. La primera sería rápida pero muy traumática, la he descartado casi por completo, prefiero la segunda, que es algo lenta, pero en relación a tu edad gestacional es la más adecuada. al final será doloroso, pero da buenos resultados.
G y E: Optamos por la segunda.
Hrm: Pues bién, sigan recto y recuéstala sobre la camilla, en unos minutos estoy con ustedes.
E: No puedo creer con que frialdad maneja esta situación, estoy que me muero de miedo y pena por las repercusiones. Pasabapor su mente una ensalada de pensamientos: Que le diré a mi madre? podré tener en el futuro hijos? el lunes tengo examen de física y no estudie un carajo, espero que sus manos no estén frias.
Hrm: Muy bién, puedes pasar al cuarto y ponerte esta bata, quítate toda la ropa... Ahora sube a la camilla y pon la piernas en los soportes, relájate que yo haré el resto.

3 horas y 20 contracciones depués.........
Hrm: Puedes levantarte y vestirte. Mientras yo hablaré con mi hermano. -No puedo creerlo, primera vez que veo algo así, me dió la impresión de que se movía. Espero que esto te sirva de escarmiento. "Es mejor meter el dedo que meter la pata". No intentes sobornar tu conciencia con un par de monedas, pensado que mientras haya amor todo marchará bién. Aunque algo vanal, no dejas de ser humano.